NEGACIÓN
Sesión de Psicointegración 26/Ene/2006
De Jorge Raul Olguín.
Se explica en qué consiste el proceso de negación desde los roles del ego, así como la importancia de saber confrontar los hechos dolorosos y del compromiso como herramientas para integrar dichos roles. También se habla de la importancia de estar plenos para poder brindar.
Muchas veces pensamos que los roles de ego sólo nos manipulan en dos sentidos. Nos manipulan para que el ser sea narcisista, presumido, pedante, o para que se sienta insignificante, poca cosa, etc. Sería muy simple si solamente hubiera dos aristas de esa figura geométrica. Va mucho más allá.
Hay algo que muchos terapeutas han nombrado y es lo que se llama negación. Cuando hay una pérdida, cuando hay un fracaso, el mismo rol del ego, que obviamente necesita de la persona para subsistir; hablo del ego como si fuera algo independiente, en realidad forma parte de cada persona, pero bueno para ser entendido tomémoslo en este momento como un ente independiente, ¿si? el mismo ego para subsistir crea en la persona una negación a todo lo que le pueda haber dañado. Los terapeutas que atienden a personas con distintos tipos de terapias dicen que la negación se produce porque hay una especie de corte en el cerebro. Algo que no voy a descartar en este momento, pero sí puedo decir que conozco casos, gracias a los trabajos que hago de investigación, donde las entidades espirituales mismas que no tienen un cerebro físico, simplemente una mente conceptual, también hacen negación. Y ahí no es por ningún proceso químico cerebral, no es por un proceso neurológico, es por un proceso conceptual.
Sabemos que el espíritu tiene la memoria total de todas las reencarnaciones, de todas las vivencias, de todos los goces, de todas las alegrías, de todas las penas, etc. Entonces si tiene la memoria total, ¿cómo se conjuga eso con la negación de la que hablo? Puesto que negar algo es dejarlo de lado, olvidarlo de alguna manera… Bueno, ahí es donde actúa el rol del ego. El rol del ego lo que hace es poner una muralla en ese recuerdo. No es que obliga a la entidad espiritual a olvidarse de determinado hecho doloroso, lo que hace, lo explico de una manera muy básica ¿no? es que aturde de alguna manera a la persona para que esta esté con su mente en otro lado si hablamos del 10%. Y en cuanto al 90% o a un espíritu puro directamente 100%, lo que hace el ego es formarle como una especie de coraza como para que ese espíritu no vuelva a recordar esas emociones dolorosas. Vosotros diríais entonces:
- Bueno, pero en este caso el ego nos está ayudando. No lo integremos con psicointegración. Dejemos que el ego actúe produciendo la negación porque de esa manera hace que los engramas no se reestimulen.
El razonamiento no está mal, pero no termina de ser correcto porque el engrama ya está. Y como hemos hablado con mi colaborador en muchas oportunidades vamos a dar de nuevo el ejemplo del caño roto. Si hay un caño roto, un mal trabajador lo que haría sería revocarlo encima y luego pintarlo. El caso es que el caño seguirá perdiendo y tal vez no filtré por donde está ese revoque, pero por algún lado va a salir el agua hasta que al fin la pared reviente. Un buen trabajador lo que haría es arreglar el caño, unirlo, soldarlo, y recién entonces revocar. La negación no es ningún arreglo del caño. La negación no erradica los engramas. La negación quizá pueda evitar el recuerdo de las emociones dolorosas o el recuerdo de vivencias dolorosas físicas. Una negación no es sólo por abandono, una negación no es sólo por desprecios, también es por episodios dolorosos reales, físicos. No sirve negar como terapia definitiva. Tendrá resultado sólo como terapia PRO-VI-SO-RIA.
La terapia definitiva tiene que ir más allá. Directamente hay que erradicar los engramas con la otra técnica, la de psicoauditación y luego con el trabajo este de psicointegración hacer entender a la persona que las emociones dolorosas también forman parte de la experiencia que uno vive. Podemos tener experiencias, no significa que uno no pueda adquirir sabiduría con esas experiencias. Uno puede entender que esas experiencias enseñan como no repetir determinadas actitudes, pero siempre va a haber hechos nuevos, circunstancias distintas donde la experiencia acumulada no va a servir absolutamente para nada. Mientras tanto el ego rudimentariamente va a seguir actuando con la negación. Va a hacer que ese espíritu, ese Thetán o esa persona encarnada borren de su memoria, de su mente conceptual determinado hecho que causó una tragedia, determinado hecho que provocó una angustia tremenda, determinado hecho que concluyó en una crisis sin salida aparente, determinada circunstancia que causó una tremenda confusión con el derrumbe posterior de proyectos, etc. Pero la negación es tapar la realidad. La negación es no querer ver. Es no querer encontrar la solución.
Entonces voy a hacer la pregunta sobre lo que dije al comienzo. ¿Es necesario el ego en ese sentido para que produzca la negación y de esa manera no se piense en circunstancias dolorosas? ¿No es más importante confrontar para superar? Yo creo que me quedo con esta segunda opción.
Una vez que entendemos que somos roles y que el ego lo único que busca es que personifiquemos, recién entonces nos daremos cuenta que estamos por encima de muchas de las circunstancias que estando frágiles nos dañarían.
Como epílogo quiero decir que no todo espíritu es fuerte para confrontar. Pero tampoco hablo de confrontar de inmediato, de golpe, pero sí de ir asumiendo responsabilidad, ir asumiendo compromisos. Cuando uno asume compromisos y verdaderamente está coherente, analítico con esos compromisos, la negación desaparece y el espíritu tiene el valor de poder confrontar con éxito las distintas circunstancias que en otras épocas lo hicieron tambalear y hasta caer.
El ego se ramifica en roles. Hay que estar alerta, despierto, coherente, de que esos roles lo único que hacen es enseñarnos a necesitar cuando nuestro real y auténtico camino es lo opuesto, es dar en función de los demás, con equilibrio, sin olvidarnos de nosotros mismos, porque la única manera de poder brindar es estar llenos nosotros, plenos. Cuanto más plenos estamos, más amor podemos brindar. Porque si bien el amor no tiene medida, la energía que el espíritu tiene para volcar ese amor sí tiene medida. Entonces cuanta más energía tenga ese espíritu, más va a poder volcar ese inmenso amor que tiene del Absoluto.
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