Monday, July 25, 2011

CONDUCTAS



CONDUCTAS
 
 
Sesión de Psicointegración: 28/Mar/2010
De Jorge Raul Olguín.
Habló sobre el apoyo moral que podemos dar o nos pueden dar otras personas, desde diversos puntos de vista. También de la autoestima, la indiferencia, la compatibilidad entre personas…

A veces somos eruditos en palabras y a veces hasta el más elocuente, hasta el que tiene más verborragia no tiene palabras para describir hechos que pueden suceder o describir conductas en las distintas personas.
He pensado más de una vez –y eso no es síntoma de debilidad ni tampoco de cuestionarme cosas a mí mismo, simplemente porque uno es curioso y necesita saber, porque gracias a Dios cada día aprendemos cosas nuevas- entonces me cuestiono por qué soy tan ignorante en comprender la crueldad de muchas personas que no les interesa más que el bienestar propio, viven pidiendo, viven quitando, viven buscando amargar o dañar a terceros. Pero son tan ignorantes ellos mismos en su venda egoica que tienen sobre los ojos que a veces ni ellos mismos se dan cuenta del daño que están haciendo.
Interpreto como que hay un poco de indiferencia también, como que su ego no les permite ver más allá de ellos mismos, de lo que les pasa a ellos mismos. Todo lo que puede herir a terceros es como que no lo razonan, no lo entienden. El famoso dicho: “Explícale a un necio una cosa y le va a entrar por un oído y le va a salir por el otro”. Generalmente los roles del ego son necios, es uno de los grandes roles del ego el ser necio, esa persona que se envuelve en su espada de la razón y no hay nadie que la quite de ese pedestal de verdad que tiene.
He tenido la fortuna de psicoauditar a mucha gente y he visto dramas de vidas pasadas -que le ha pasado a muchos- y he visto muchos roles de gente cruel donde la amistad es importante en tanto en cuanto les sea provechosa para ellos; no se comprometen, no entienden lo que es el verdadero compromiso, tienen un concepto muy obscuro de la palabra amor y es tal la indiferencia que a veces yo mismo, como profesor, me encuentro sorprendido. Así como cuando un thetán relata que en una vida anterior sufrió una violación y su sorpresa es más que su dolor, bueno, a mí, como profesor, en este presente, a veces me sucede lo mismo. Mi sorpresa no me permite digerir el dolor de ver ese tipo de injusticias porque quedo anonadado y me pregunto: ¿Pero cómo puede ser que tal persona haya hecho tal cosa? ¿Cómo puede ser que al día siguiente esté como si no hubiera pasado nada? ¿Cómo puede ser que destrozó una o más vidas?, y la persona la ves bien, y son personas tan… lo que en el plano físico se llamaría cara dura, cara de piedra, que si hubieran estado en la época de Jesús, en el momento en que Jesús dijo: “El que está libre de pecado que tire la primera piedra”, hubieran tirado, la hubieran tirado porque no hubieran tenido pudor en tirarla, porque como tienen un rol de víctima tan grande, ellos son los damnificados y todo lo que hacen lo hacen porque buscan desquitarse de alguna manera con otros que no tienen absolutamente nada que ver.
Pero tampoco quiero caer en la justificación: “Claro, en su ignorancia hizo lo que hizo, por su rol del ego hizo tal cosa”. No, no, no, no. Tenemos que reconocer de una vez por todas que hay gente que es cruel de verdad, hay gente que directamente es tan cruel que no mide lo que hace: lastima, hiere, viola y hace cosas mayores, porque hay distintos tipos de violaciones. Cuando nosotros hablamos de violaciones, siempre hablamos de violaciones físicas; yo hablo de las violaciones morales también, una violación moral también deja marcas.
Pensemos que los engramas son implantes hipnóticos de recuerdos dolorosos, que pueden ser recuerdos dolorosos físicos, que esos son generalmente del 10% y recuerdos dolorosos emocionales que pueden ser del 10% o pueden ser del 90%, del thetán. Los recuerdos dolorosos emocionales perduran a veces más que los recuerdos dolorosos físicos; un abandono en la memoria del ser encarnado perdura mucho más que una herida salvo que a la persona le corten un brazo, pero no nos vayamos a casos extremos. Y hay gente que es absolutamente indiferente ante todo porque están tan envueltos -como puede estar envuelta una momia en vendas-, están tan envueltos en su verdad que no aceptan otra verdad y acá no se trata de competir cuál es la verdad principal porque la verdad principal es la del Absoluto, que en realidad es la única verdad; después nosotros tenemos partes de verdad. Pero no seamos falsos humildes, porque como yo digo siempre, la falsa humildad es prima hermana de la hipocresía, reconozcamos que hay verdades que son más importantes que otras y reconozcamos que hay caminos hacia la Luz que son más lógicos, coherentes que otros.
Entiendo que hay gente que aún no está preparada para tal o cual enseñanza, es como digo en las diferentes sesiones, que a un chico que recién empieza la primaria no se le puede enseñar trigonometría y menos física cuántica porque física cuántica, ni siquiera los de la secundaria la entienden, algunos de la facultad la pueden entender, que van a la universidad. Entonces, entiendo que cada enseñanza es para cada evolución de cada persona. Pero sabemos que hay gente que no le interesa evolucionar porque si ni siquiera le interesa el otro, y no hablo del desconocido, estoy hablando del semejante, del que está al lado, alguien con quien puede convivir, alguien con quien trata todos los días, alguien que ve a diario y sin embargo actúan con una frialdad que congela a cero Kelvin, doscientos setenta y tres coma trece bajo cero.
Si bien este pequeño diálogo es de psicointegración, que significa el poder integrar los roles del ego, lo que yo estoy haciendo aquí es exponiendo los grados de gravedad de aquellas personas que tienen el ego tan compenetrado, tan compenetrado, que como yo digo a veces un poco en broma y un poco en serio, no son almas con ego, son egos directamente con un cuerpo, envueltos en un cuerpo; no sé si tienen alma, es irónico lo que digo, obviamente que hay un espíritu, ¿no?, pero es como que no lo tuvieran el espíritu, es como si fueran un ego caminando y viven para ellos. Es un remolino interno girando, girando, girando, girando, girando y el efecto centrífugo que hacen es volcar hacia fuera todas las lágrimas, todas las lágrimas de víctima. Y después hacen el efecto centrípeto; giran en reversa y chupan toda la felicidad de los demás. Entonces dejan sembrado un tendal de infelicidad en los otros. Pero se disfrazan de personas que son nuestro entorno. Por eso siempre voy a los ejemplos de las psicoauditaciones donde de repente amigos íntimos atacan a una persona que creía en ellos, donde de repente una pareja traiciona a su pareja después de tantos años, donde de repente dos amigos, uno de ellos vende al otro por unas monedas de oro.
Las psicoauditaciones también enseñan mucho de los roles del ego. Así y todo sigo pensando con más fuerza que nunca que la psicointegración es la técnica apropiada, justa, para ir derrotando esos roles por lo menos en la persona que me consulta, para que ese tipo de gente tan cruel, tan indiferente, dañe lo menos posible. Primero, no somos robots; no es que nos va a resbalar todo- yo siempre digo en tono de broma: “No seamos pullover de lana, no seamos suéter de lana, que nos enganchamos en todo”. Nos tendría que resbalar todo porque la palabra del otro no tendría que tener el poder para lastimarnos porque si una palabra no puede mover un cabello, menos puede lastimarnos. Pero como se dice comúnmente, hay que estar. No siempre estamos fuertes, hay momentos en que bajamos los brazos -a pesar de que yo siempre digo y no me estoy contradiciendo, que cuando uno está clear o sea, libre de engramas, ya está acostumbrado a estar en estado de alerta y ante el menor ataque verbal, uno ya está predispuesto a ignorarlo o dejarlo pasar- pero aún estando en estado de alerta siempre se filtra un golpe, si se entiende la frase, porque así como cuando a un niño lo inyectan con una vacuna contra determinada enfermedad, los médicos dicen que es muy difícil que esa enfermedad lo tome pero a veces lo puede agarrar, aunque sea más débil, pero lo puede agarrar. Bueno, nosotros estando clear y estando libres de esos roles del ego, a veces se puede filtrar en la carcasa alguna pequeña gotera y podemos caer. ¿Y por qué pasa eso? Bueno, porque vivimos en un mundo material de gente material donde se fagocitan unos a otros. Y es un trabajo interno que tenemos que hacer permanentemente día tras día.
El pesimista dirá: “¿Pero cómo, profesor, esto significa que la psicointegración es transitoria? ¿Qué tenemos que trabajar toda la vida?”
No, no, no. La psicointegración te da una herramienta que te enseña justamente a integrar los roles del ego para que lo de afuera lastime lo menos posible, pero si nosotros dejamos de hacer nuestro trabajo involucionamos porque la vida es como un río y nosotros tenemos que nadar a favor de ese río porque si no, nos quedamos.
José Hernández, en su “Martín Fierro” que es un libro Argentino traducido a cientos de idiomas dice: “Al camarón que se duerme lo lleva la correntada”. Esto significa que si la vida es una corriente de un arroyo nosotros tenemos que acompañarlo salvo que seamos salmones que cuando van a dejar sus huevos nadan en contra de la corriente. Pero no, no somos salmones, somos homo sapiens sapiens.
Y la vida eterna es una lucha de elevación espiritual entre el compromiso y la indiferencia, no voy a decir entre el bien y el mal, voy a decir entre el compromiso y la indiferencia. Yo quiero que gane el compromiso, yo quiero que cada vez nos comprometamos más con nosotros mismos y con los demás. Hoy justamente comentaba a un ser querido: “Es hermoso estar en compromiso, es hermoso estar siempre en compromiso”, porque al estar en compromiso la indiferencia no tiene cabida y si la indiferencia no tiene cabida nosotros vamos a estar en consecuencia y lo importante no es tomar esa lucha de toda la vida como una obligación porque entonces sí tendríamos un peso sobre los hombros; tomar la lucha como una gratificación, gra-ti-fi-ca-ción; como que al contrario, fuimos elegidos para poder el día de mañana ayudar a otros y no perder la enseñanza original de que no podemos ayudar a otros si primero no estamos nosotros de pié.
Tenemos muchas razones para ir bajando la estima porque hay mucha gente que nos desvaloriza o trata de desvalorizarnos, es como el famoso juego de los niños del sube y baja de la plaza donde se sientan los niños en un madero y cuando uno sube el otro baja. Entonces, esta gente que tiene ego, lo que hace es tratar de subir ellos para estar en la cúspide. ¿Pero cómo logran subir ellos?: Haciéndonos bajar a nosotros. No se dan cuenta que cada uno puede subir por las suyas trepándose –imaginativamente- a la cuerda del Padre, del Absoluto. No, les es más fácil o no más fácil, lo hacen directamente por una cuestión de… como se dice en el interior de Argentina, de mala entraña o como se dice en España, de mala uva. Les es más fácil subirse sobre la cabeza del otro que treparse a la cuerda que Dios nos tira.
Entonces, nuestra dignidad no nos tiene que permitir ser cabeza de nadie. Podemos tender una mano, pero tender una mano no es permitir que nos pisen, que nos allanen; esa es la gran diferencia porque si no, de servidores pasaremos a ser serviles y el servil no se eleva espiritualmente, el servil pasa a ser alfombra del otro para que el otro se limpie los pies. Y no es así. Cuando Jesús lavó los pies de sus apóstoles -y lo he dicho cientos de veces- explicó lo que era el servicio. Es una metáfora, no es algo real, pero explicó que todos podemos hacer el trabajo más… bajo, por así llamarlo, aunque en realidad no existe el trabajo bajo; yo mismo he trabajado de pintor de casas con mi padre llenándome la cabeza de polvo de yeso, porque todo trabajo dignifica y gratifica.
Pero no está mal en querer elevarnos materialmente y el querer triunfar en la vida material. Lo material no está reñido con lo espiritual en tanto y en cuanto ese esfuerzo, después, nosotros lo contagiemos a otros para que puedan hacer lo mismo. Ese es el secreto. Entonces, nosotros tenemos que contagiar compromiso mientras todos los demás están contagiando indiferencia, que es una plaga. Y si se permite la palabra, y con eso termino, me da la impresión como que la indiferencia fuera una pandemia. Bueno, la vacuna contra esa pandemia es el compromiso. Es eso.