Monday, March 05, 2012

EVALUACIÓN DE ROLES DEL EGO


EVALUACIÓN DE ROLES DEL EGO
 
 
Sesión de Psicointegración: 15/ Dic/2011
De Jorge Raúl Olguín.
(con la interlocución de Karina)
Sesión de Psicointegración que incluye la perspectiva con el Yo Superior o Thetán. Explica cómo se diferencia el ego del 10% encarnado y el ego del 90% no encarnado.



Jorge Olguín: Muchas veces nos retrotraemos por roles de ego. He dicho en distintas oportunidades que la mayoría de las personas desconocen en profundidad hasta dónde alcanzan los distintos roles de ego. La faceta quizá más conocida es de la arrogancia, la de la pedantería, el narcisismo, el complejo de superioridad, etc. Muchas cosas extraídas de la psicología freudiana, que está casi obsoleta.
Karina: Me imagino que muchas veces ha de ser difícil para el paciente darse cuenta de cuál es su rol del ego, ¿verdad? Yo creo que muchos pacientes o muchas personas pueden darse cuenta pero que no es fácil para todos.
Jorge Olguín: Más complicado aún es cuando es el 90% -Thetán o Yo Superior, como le queramos llamar- quien tiene los roles de ego porque se los transmite a su parte encarnada de tal manera que le condiciona, de tal manera que lo frena, de tal manera que llega a modificarle su carácter, su personalidad, su forma de ser, su trato no sólo con el entorno sino hasta consigo mismo.
Si bien nosotros –quienes estamos hablando en este momento- como seres encarnados tenemos iniciativa propia, independencia, el libre albedrío vale tanto para nosotros como para cualquier otro. O sea, que nuestro yo superior o 90% de espíritu no nos controla ni a favor ni en contra. Nos puede orientar pero somos nosotros al fin y al cabo los que hacemos o deshacemos. Pero si tenemos un yo superior con muchos problemas de ego o roles que va arrastrando de distintas vidas poco y nada es lo que nos puede orientar, aconsejar o bien darnos mensajes en nuestro cuerpo de ideas. Creo que es un efecto acumulativo.
Karina: ¿Podrías darnos algún consejo o sugerencia para hacer una autoevaluación? ¿Cómo es posible poder evaluar nosotros mismos nuestros roles del ego o ver que hay algo que está funcionando mal? ¿Hay alguna manera de darnos cuenta?
Jorge Olguín: Es una excelente pregunta. En realidad es muy difícil porque el ego se camufla. El ego es como que se camufla como un camaleón, se esconde. Somos nosotros en realidad -nosotros, los seres encarnados- los que asumimos ese rol. No es algo separado, como si dijéramos: Yo soy Fulano de Tal y tengo un ego que me está controlando.
Esto lo decimos como para que se entienda pero, en realidad, el ego somos nosotros mismos. Entonces, cuando estamos ante un impulso –que nos pasa a todos, me incluyo- o estamos reactivos por algo que nos está sucediendo es imposible que lo razonemos porque la mente analítica en el momento que estamos reactivos queda fuera de foco -queda desconectada- y trabaja solamente nuestra mente reactiva, y nuestra mente reactiva se basa en impulsos. Ahora bien, cuando estamos analíticos, hayamos o no cometido un acto hostil mientras estábamos reactivos, también siguen de alguna manera tomando el timón los roles del ego. Por eso no nos damos cuenta. Después viene el rol del ego de culpa -que en la psicología casi obsoleta lo llaman el “complejo de culpa”- y el arrepentimiento, que no deja de ser otro rol del ego.
Karina: O la justificación, muchas veces. Porque, a veces, muchas personas piensan, luego de haber cometido un acto hostil, que la otra persona había hecho algo malo y se lo merecía. Pero no creo que sea tan así, ¿verdad?
Jorge Olguín: No, no, no. Es muy importante lo de la justificación, muy importante. La justificación es un rol del ego peligroso para con la propia persona y para con los demás porque la misma palabra lo dice: Está justificando sus errores, sus equivocaciones, sus actos hostiles en función de una visión equivocada porque el rol del ego lo que hace es desenfocar la visión correcta y le da a la persona –hablo como si el ego fuera algo separado, para que se entienda- “su” verdad, una verdad subjetiva, no una verdad objetiva. El ego hace que la persona esté dentro del conflicto. No mira el problema desde afuera porque si lo mirara "desde afuera" lo vería objetivamente y podría ver el error. Como cuando tú estás viendo una película y ves que el personaje está cometiendo un desliz y tú, en este momento, disfrutas de la película y de alguna manera es como que tomas partido por alguien de la película porque te identificas...
Karina: Por alguno de los personajes.
Jorge Olguín: Claro, te identificas con un personaje. Y cuando ves que alguien está cometiendo un acto hostil es como que te incomoda, o sea, no vas más allá porque sabes que es una película.
Karina: Cuenta el caso del pícaro, el que hace travesuras, el que no siempre hace las cosas correctas pero que es el que casi siempre cae simpático. Entonces, nosotros, como espectadores, hasta le permitimos.
Jorge Olguín: De alguna manera. Pero la picardía es un rol del ego no dañino en tanto y en cuanto no pase de picardía, no pase de una broma sutil. Ahora, si esa broma sale del equilibrio que tiene que tener, incomoda, hiere susceptibilidades o molesta a terceros. Ahí ya deja de ser picardía y se transforma en daño.
Karina: Qué bien. Tú sabes que lo importante para cada persona es conocer sus roles del ego. Y luego me imagino que la segunda etapa será: Estos roles que tenemos, ¿cómo los controlamos? ¿Cómo los manejamos? ¿Cómo podemos lograr cierto equilibrio? ¿Hay alguna manera?
Jorge Olguín: Yo creo que si estamos verdaderamente analíticos y hacemos un repaso por nuestro interior sí sabemos qué roles del ego nos dominan. No pasa en todos los casos. Hay personas que están tan sumidas en sus roles, pero tan sumidas... El rol de víctima es uno de los roles más manipuladores que existen. El rol de inquisidor, que es el rol de poder, es otro de los roles manipuladores. Pero el más manipulador es el rol de víctima porque no solamente la persona con rol de víctima consigue objetivos que no conseguiría normalmente sino que encima le transmite a la otra persona...
Karina: Un sentimiento de culpa.
Jorge Olguín: ...sentimientos de culpa. Enormes sentimientos de culpa. Entonces, no sólo logró su objetivo sino que encima comete un acto hostil queriendo. Si bien la persona que hace el rol de víctima se justifica es una interpretación pero hay gente que verdaderamente se lo toma como real. Personas que, de repente, se sienten enfermas como para manipular -y verdaderamente están enfermas en ese momento-, llegan a potenciar esos síntomas y se enferman de verdad con tal de manipular a terceras personas.
Karina: Ahora, yo me pregunto: No necesariamente una persona que hace rol de víctima es siempre una persona psicópata. O sea, no tiene sentimientos de culpa. ¿No necesariamente, verdad?
Jorge Olguín: No, así es. De todas maneras el rol del ego no es un problema de decodificador, no es un problema médico, clínico. El rol del ego es un problema más bien existencial, espiritual. No es algo que se trata a nivel médico como podría ser una psicosis. La persona tiene en claro las cosas, lo que pasa es que los impulsos la vencen.
Como la persona que de repente –y es un ejemplo quizá muy básico- está cuidando su peso y el rol del ego la empuja a media noche a abrir a escondidas la heladera y "saquearla" y darse un atracón. Dado el atracón, satisfecho su apetito desmesurado, ese rol del ego se apagó, es decir, ya no tiene razón de ser porque cumplió con su objetivo, que la persona se dé un atracón. Entonces viene otro rol del ego reemplazándolo, el rol del ego que le dice: ¿Qué has hecho? Y la persona dice: -Soy una miserable. No puedo controlarme. Soy buena para nada. No merezco esto. Y entonces viene la baja estima.
Aparte, hablando de estima, muchas personas confunden ego con autoestima. Personas que a mí me dicen: -Bueno, pero es necesario que tenga ego, así me valoro.
No, no, no. Autoestima es amarse, quererse...
Karina: Y respetarse.
Jorge Olguín: ...y respetarse. Porque si nosotros nos queremos, nos amamos y nos respetamos podemos querer, amar y respetar a otros y que los otros nos respeten, nos amen y nos quieran. Si no nos amamos a nosotros mismos no podemos amar a otros. Eso es autoestima: Valorarnos con equilibrio y no pasar al narcisismo porque eso sí sería el rol de ego. El rol del ego es ya la persona egocéntrica donde no ve más allá de sus narices y todo el universo gira alrededor de ella misma.
Karina: ¿Encontrarías alguna diferencia entre autoestima y amor propio?
Jorge Olguín: El amor propio es ego. El amor propio es un amor sobrecargado consigo mismo, caprichoso, porque el ego es infantil.
Karina: O sea, ¿un amor con falso orgullo?
Jorge Olguín: "Si tú no me llamas no pienso llamarte porque soy yo el ofendido".
¿Quién se ofende? El ego.
¿Quién se molesta? El ego.
¿Quién se irrita? El ego.
"No pienso llamarte hasta que tú no me llames primero". Eso es infantil. El ego tiene reacciones infantiles. El ego jamás es maduro.
Entonces, sí hay manera de percibirlo. El ego nunca es adulto, jamás es adulto porque el capricho no es adulto, porque la manipulación no es adulta. Y, aparte, hay gente que le toma el gusto a dejarse manipular, se siente cómoda dejándose manipular porque la persona que se deja manipular también hace rol de víctima.
"Soy manipulada".
"No puedo salir de esta situación".
"Soy una infeliz".
Karina: Ahora, esas personas que se dejan manipular son personas que les falta seguridad en sí mismas, en realidad. ¿Entonces necesitan de alguna forma para poder hacer algo dejarse manipular?
Jorge Olguín: Eso es algo que muy poca gente sabe: A las dos personas les falta seguridad en sí mismas. A la persona que manipula también le falta seguridad porque si yo sé quién soy y tengo seguridad, ¿para qué voy a manipular? Obtendré lo que puedo obtener con amor, con simpatía, con buena vibración. Y lo que no pueda obtener está bien, también. Todo esto con los seres encarnados.
Con los thetanes -yo superiores o 90% de espíritu- es peor aún porque esa esencia espiritual acumula roles de decenas de vidas seguramente: roles de abandono, roles de violencia, roles de inseguridad, roles donde ha pasado por circunstancias tremendas. Entonces -todo eso inconscientemente porque obviamente no lo hace a propósito, porque el espíritu es uno sólo- el 90% no quiere que el 10% sea infeliz, como tú, encarnada, no quieres que tu dedo te duela porque tu dedo forma parte de tu persona. No te vas a martillear un dedo a propósito salvo que seas masoquista -que eso también sería un rol del ego muy avanzado- y ahí sí hay cierto tipo de masoquismo que ya sobrepasa el ego y que ya entraría en problemas de decodificador, pero no es un tema para ahora.
¿Qué le recomiendo primero a la persona y que le recomiendo luego al thetán? A la persona le recomiendo que esté siempre alerta. Y eso también muchas veces se malentiende, se mal interpreta.
Como una vez me dijo un consultante: “Es un infierno estar alerta. ¿Cómo nos vamos a vigilar las veinticuatro horas?”.
Y mi respuesta fue: No se trata de vigilarnos porque uno se acostumbra a estar alerta como se acostumbra a respirar.
Karina: Estar alerta significa, también, tener control de nuestros impulsos, estar alertas para poder detectar si alguien quiere manipularnos, entre otras cosas.
Jorge Olguín: Sabemos que no es fácil porque es mucho más fácil hablarlo que llevarlo a la práctica.
Karina: ¿Hay algún ejercicio para poder comenzar a controlar nuestros impulsos o qué nos aconsejarías?
Jorge Olguín: El estar despierto. El estadío de despierto es el no estar en piloto automático permanentemente. Mucha gente, que la vemos a diario, vive en piloto automático. Como dijo Gurdjieff hace un siglo atrás: "Viven dormidos, caminan dormidos, conducen dormidos, comen dormidos, a veces dialogan dormidos". Pero están en piloto automático. Van por la calle sin rumbo como si fueran zombis, se topan quizás unos con otros y ni siquiera se piden disculpas porque no prestan atención a quien tienen al lado. Entonces, el estar despiertos es el captar situaciones que en el estadío de dormidos no se captan.
Karina: En definitiva, sería tener un control sobre nuestra realidad.
Jorge Olguín: Un control sobre nuestra realidad y entender que es nuestra realidad porque, a veces, el ego nos disfraza la realidad, nos hace creer que los ensueños o las interpretaciones son la realidad, cuando no es así.
¿Qué consejo le daría al thetán? El thetán es un ser suprafísico. Los roles del ego del thetán de alguna manera no corren tanto riesgo como en el plano físico porque, si bien interactúa con sus pares, en el plano físico hay más vulnerabilidad, mucha más vulnerabilidad. Entonces, quizás en el plano espiritual es más fácil estar alerta, es más fácil estar despierto.
El rol del ego hace que compitas. Se trata justamente de no competir.
A ver: Una cosa es que yo -quien habla- quiera competir en un deporte sanamente y -no voy a ser hipócrita- por supuesto que voy a querer ganar pero no ganar a toda costa, aún 'a costa de'. No, no. Y si pierdo, lo tomo como un juego. Si yo me enojo o me pongo reactivo porque pierdo el que se pone reactivo es mi rol de ego en ese momento, que quería ganar. Entonces, estar despierto, estar alerta es tomar todo como un juego. Pero ahí también se puede malentender. Tomar todo como un juego la gente lo puede interpretar como que uno no tiene compromisos porque la persona que lo malinterpreta se va para el otro lado, va para la otra acera, para la otra vereda. No.
Karina: Quiere decir que la gente lo toma como le conviene.
Jorge Olguín: Claro. "Tomar las cosas como un juego" significa ocuparse de lo verdaderamente importante, no de lo vacuo, no de lo que es estéril. De lo estéril nos podemos ocupar si vemos que excavando abajo de esa tierra hay algo fértil; entonces damos vuelta a la tierra. Pero si no no tiene sentido sembrar semillas donde no van a crecer plantas.
La verdadera realidad es jugarnos, comprometernos pero tomar las cosas como un juego.
Otros dirán: Pero esto se contradice porque si antes había dicho que el ego tiene comportamientos infantiles, ¿tomar las cosas como un juego no es ser infantil? No. No es ser infantil porque es otro tipo de juego.
Karina: ¿Tú te refieres al disfrutar mientras tanto?
Jorge Olguín: Totalmente. Porque uno de mis aforismos dice: “La meta es la búsqueda”. Esto significa que debemos gozar esa búsqueda porque tal vez no hay una meta real, tal vez esa meta real no exista.
Y es bueno tener proyectos permanentemente porque los proyectos producen euforia y la euforia lo que hace es frenar las vibraciones negativas externas. Y si tenemos proyectos estamos analíticos y si estamos analíticos no damos cabida a los roles del ego, ni físicos ni conceptuales.
Uno me preguntará: "¿Qué proyectos puede tener un thetán si el que está viviendo –entre comillas- es el 10% encarnado?".
Primero que el thetán se tiene que comprometer con su parte encarnada, porque es un solo espíritu. Y todo lo que el 10% encarnado consiga es un logro, también, para el 90%. Entonces, los proyectos están mancomunados entre el 10% y el 90%. Es así de sencillo, así de simple.
Y el thetán no tiene que permitir que fracasos de vidas pasadas que son imposibles de resolver porque lo pasado pasó. Lo que no pasó es la memoria del 90%, que tiene la memoria de todas las reencarnaciones. Pero entender que todas esas vidas fueron roles, que fueron interpretaciones que pasaron y que cada uno será responsable de su propio karma, de los actos hostiles que haya cometido. Como cada uno también tendrá beneficios por las manos que haya tendido, pero no que las haya tendido fríamente calculando cuál premio tendrá sino desde el corazón habiendo tendido esas manos. Eso es lo que yo le diría al thetán.
Karina: Muchísimas gracias por esta charla y por estas explicaciones.
Jorge Olguín: Un abrazo muy grande y gracias por conversar conmigo.