TRABAJO
INTERIOR
Sesión de Psicointegración: 13/Dic/2013
De Jorge Raúl Olguín.
Johnakan nos aporta una clara visión de cómo
se puede vivir sin trabas ajenas y propias al detectar los roles del ego que nos
afectan sin darnos cuenta y que nos impiden vivir libremente la vida y llevar a
cabo nuestros proyectos. Detectar nuestros roles del ego permitirá integrarlos
con facilidad.
Johnakan: Me siento
satisfecho de estar aquí comunicado con vosotros. Sobre todas las cosas el poder
transmitiros un mensaje.
Estando en el plano
físico somos unidades biológicas, conceptuales, pensantes pero nunca inmunes a
lo que pueda ocurrir en nuestro entorno. Es imposible estar desafectado a todo
lo que nos rodea. ¿Cómo entonces confrontamos ese conflicto que nos coloca en
una disyuntiva: salir adelante o sucumbir? Es claro que hay infinidad de tonos
de grises, infinidad de términos medios que podemos escoger sin llegar a lo
extremadamente feliz o a lo lastimosamente penoso.
Muchas veces he
dicho que la gran diferencia entre culpa y responsabilidad es que la primera la
tiene la persona que hace las cosas a propósito. Responsabilidad se trata de
hacerte cargo de tu propia vida con aciertos y con errores. No eres culpable,
eres responsable pero te haces cargo. Si has cometido un error lo enmiendas, lo
confrontas. Si sin darte cuenta has cometido un acto hostil buscas enmendarlo.
Esto significa que eres responsable, te haces cargo de esa equivocación puesto
que no la has hecho ex profeso. Por lo tanto, no eres culpable. Eso lo he dicho
en distintas oportunidades. Es un tema que queda
claro.
Ahora bien, ¿qué
sucede con las terceras personas? Hay dos maneras de percibir el tema. ¿Qué
sucede cuando la actitud de esas terceras personas buscan -y a veces hasta logran- herirnos, lastimarnos?
Primero, y esto lo he dicho hace mucho tiempo atrás, el poder de la palabra al
otro se la da uno. Por lo tanto te hiere, te lastima quien tú permitas que te
hiera y te lastime. Pero he percibido en muchas instancias -hablo en plural y me
incluyo para conceptuar más cómodamente- que permitimos la acción o la inacción
del otro. Es más, a veces hasta nos hacemos cargo de las fallas del otro como si
nosotros fuéramos responsables de sus equivocaciones. Porque una cosa es que si
yo estoy enseñándole a alguien a caminar lo voy a llevar hasta que ese pequeño
ser se sienta firme y pueda caminar por sí mismo y luego lo dejo. Pero, ¿por qué
nos sucede que a veces aun a sabiendas que el otro puede caminar solo lo
queremos ayudar igual? Nos estamos haciendo cargo de las fallas del otro, de la
inoperancia del otro, de la inacción del otro, del desgano del otro o del
desinterés del otro.
¿Por qué a veces
nos sentimos en la necesidad de querer obligar al otro a que se interese por
nuestras cosas? ¿No estamos cayendo acaso en un rol similar al del otro? ¿No
estamos demandando? Y al demandar, ¿no estamos haciendo lo
mismo?
A veces pasa el
tiempo y siempre soñamos con un mundo ideal donde todo funciona sobre ruedas
pero luego vemos, percibimos, entendemos, captamos, aprehendemos de la vida
misma y entendemos que la vida misma no es así como nosotros creímos. No hay un
ideal. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Vamos al común denominador donde nos enseñan
"Aceptemos las falencias del otro"? Diréis: "Qué extraño que Johnakan piense distinto". Yo voy a aceptar las falencias
del otro en tanto y en cuanto no me perjudiquen a mí en forma directa porque
entonces pasaría a ser un esclavo de una situación no requerida por mí. Porque
si esa pareja, ese hermano, ese padre o ese hijo a sabiendas o no, no importa,
porque muchas veces el otro o la otra metidos en el campo gravitatorio de su
propio ego no se dan cuenta que hacen daño. Que no se den cuenta no significa
que nosotros tengamos que soportarlo porque no somos
mártires.
Nosotros venimos en
misión de poder tender una mano a otros pero, como dije en mil oportunidades,
primero tenemos que estar de pie nosotros y no podemos estar de pie si
consentimos ser permeables a los actos hostiles. Es así de simple, es así de
sencillo. Porque entonces elegimos la cómoda, la fácil, echar culpas: "Tú me
haces esto, por eso junto rencor en mi pecho". "Tú me lastimaste, por eso tengo
esta angustia en la garganta". "Tú me has afectado". ¿Y yo que he hecho? Me he
cruzado de brazos. He permitido. ¿Por qué no corté el diálogo? ¿Por qué no me
alejé de la relación?
-¡Ah, no! Pero lo
hice.
-¡Ah! ¿Lo has
hecho? Entonces, ¿por qué te sigue lastimando? ¿O esperabas del otro lado una
disculpa?
El esperar una
disculpa es muy similar a buscar la aprobación del otro. Eso también es ego.
¿Cómo voy a esperar una disculpa del otro si el otro que está en el campo
gravitatorio de su propio ego no se da cuenta que es culpable de nada porque es
ya su manera de ser? Como el alacrán que tú salvas de morir ahogado pero igual
te pica porque está en su naturaleza.
¿Cómo puedes hacer
un juicio de valor con el escorpión si su instinto básico ya es así? Pero no
estamos hablando de un escorpión, estamos hablando de un ser humano, un ser
humano cognitivo que piensa, que razona.
-No, no es así,
Johnakan, no es así. Sabe la persona lo que
hace.
-Y yo te puedo
decir que no.
Interlocutor: Porque
estaba en piloto automático.
Johnakan: Mira hasta qué
punto una persona puede estar en piloto automático: Una señora de mediana edad
que logró que le dieran un carnet de discapacitada sube a lo que llamáis un
colectivo y el chofer no le reconoce el papel y atrás sube otro señor que abona
su pasaje pero no puede pasar porque esta señora obstaculiza todo el pasillo
buscando en su bolso el carnet donde muestra que tiene una capacidad
diferente.
El señor, que ya
abonó su pasaje, está a veinte centímetros de ella. Pasan 5 minutos reales hasta
que la señora finalmente no encuentra su pasaje y le muestra un papel cualquiera
y el chofer se rinde y dice "Pase". Recién entonces se puede sentar el otro
señor. Mientras tanto tuvo que esperar a que la señora se fuera a sentar. Aun
sentada y todo nunca se enteró que había un señor esperando sentarse atrás de
ella.
Entonces no es
cierto que a veces las personas se den cuenta. ¡No, no se dan
cuenta!
¿Cómo vamos a tener
rencor por quien no se da cuenta?
-No pero Johnakan, tú has dado el ejemplo de una señora con una
capacidad diferente.
Pero yo te hablo de
doctores, de abogados, de personas que se desinteresan por sus propios hijos,
los dañan. Personas que tienen estudios terciarios, universitarios, postgrados,
afamados.
Sí, culturalmente
tienen una preparación muchísimo mayor que la señora con una capacidad diferente
pero el campo gravitatorio de su ego es igual o mayor porque el ego no distingue
clases sociales, el ego no distingue si has estudiado o no has estudiado. El ego
no distingue si eres pobre, rico o clase media, gobernante, empleado o
barrendero. No distingue si eres rey o plebeyo. Puedes ser un plebeyo, puedes
ser un conde o un marqués y tienes el campo gravitatorio de tu ego. No lo
cambias.
¿No quieres verte
afectado por ese campo gravitatorio? Te alejas de ese campo gravitatorio. Una
vez que te alejas si te sigue afectando ya no es un problema de la otra persona,
es un problema tuyo porque tienes un ego que busca una reparación, como dije
antes, o que necesita una disculpa. Buscar una reparación es como darle una
bofetada con el guante al otro para retarle a un duelo. Exiges una
reparación.
Interlocutor: Pero a
veces está la esperanza de ver en la otra persona que se ha desactivado por
cierto tiempo en su piloto automático y esa persona se acerca a ti y
automáticamente tú te acercas también a ella porque hay algo que los
une.
Johnakan: Está perfecto lo
que tú dices. Tú tienes una esperanza de que la otra persona desactive su piloto
automático y comience a percibir las cosas.
Interlocutor: Al menos
por unos minutos.
Johnakan: Primero y
principal es que es la propia persona la que se tiene que dar cuenta. Tu función
es, mientras existe o existía el diálogo, hacérselo notar. Si eso no funcionó tu
misión termino ahí porque si tú insistes una y otra y otra vez eres tú el que
tiene un problema con el campo gravitatorio de tu
ego...
Interlocutor:
Seguro.
Johnakan: ...porque tu ego
está necesitando que la otra persona desactive su piloto automático. Necesitas.
¿Quién necesita? ¡El ego!
Entonces, ¿el ego
qué hace en tu persona? Que exijas más de la cuenta, que le pidas peras al olmo
o que le pidas cerezas al parral.
No, el parral no te
va a dar cerezas. El plátano no te va a dar manzanas. Entonces no podemos estar
cada día insistiendo. ¡Ya está! Porque entonces si no no vives. No vives para ti, vives para el otro o los otros.
Entonces no eres dueño de tu vida, los demás son los dueños de tu vida porque
vives pendiente de que alguna vez quizá, tal vez, en una de esas, con ayuda de
Dios esa persona despierte.
Que despierte,
perfecto. Pero mientras tanto tú haces tu vida porque si vives pendiente de ver
cuando despierte no vives tu vida, no disfrutas porque tu mismo ego no te deja. Eres esclavo de una situación. Y lo
más grave es que ya te has alejado, entonces ya no tiene influencia directa. Ya
es tu ego el que te influencia, no la otra persona. Entonces la lucha no es
contra la otra persona de cómo se comporta o cómo se dejó de comportar porque ya
está lejos.
Pero mientras tu
ego busque una reparación porque de alguna manera, lo digo irónicamente, el
pretender que la otra persona desconecte su piloto automático es buscar una
reparación: "Que desactive su piloto automático, que se dé cuenta aunque sea por
tres minutos lo que me hizo, lo que me hizo, que me pida disculpas y que después
siga con su piloto automático".
-¡Ah! Pero yo me
quedo tranquilo porque me pidió disculpas.
¿Quién se queda
tranquilo? El ego se queda tranquilo porque el ego es infantil y el ego siempre
reclama. Porque el ego jamás va a ser independiente, el ego es dependiente
porque el ego es niño, es infantil, el ego siempre necesita una disculpa, una
reparación, un aplauso. El ego necesita ser reconocido, siempre reconocido. Al
ego le molesta que el que otro sea indiferente. Le molesta. Entonces seguimos
estando dependientes del otro o de los otros.
Cuando nosotros
derrotemos, derrotarlo significa acabar con el ego porque el ego forma parte de
la mente reactiva del espíritu, derrotarlo significa poder integrar esos roles
que seguramente van a volver a salir pero tenerlos controlados: -¡Eh, tú te
quedas allí, yo no te he llamado!
Qué tranquilidad.
La persona me dañó... Que me pida disculpas o que no me pida disculpas ya deja
de ser mi problema. Que haga lo que desee mientras no lo haga conmigo o en
contra mía porque entonces dejo de ocuparme de ese reclamo para ocuparme de mi
propia vida y hacer mis cosas. Porque mientras yo me sigo ocupando de otras
cosas que no tienen sentido no trabajo, no estudio, no disfruto, no juego, no
nada. Estoy gastando mi vida.
Y si bien el plano
físico no es la verdadera vida nunca dije que no hay que disfrutarla al máximo.
Y que no se malentienda "disfrutarla al máximo". Disfrutarla al máximo no
significa pasar por la felicidad del otro u opacar la felicidad del otro, no,
disfrutar y compartir ese placer en el caso de que otras personas quieran
compartirlo.
Y vivir al máximo
tampoco significa dejar de interesarse por las penas de los demás, no, uno tiene
que ser comprometido en todo momento con cosas que verdaderamente valen la
importancia.
Porque otras de las
cosas que vosotros decís mal es "Vale la pena".
¿Cómo vale la
pena?
¡Ah, sí! Vale la
pena tener esa pareja. Si vale la pena no la quiero a esa pareja. Si vale la
dicha la quiero.
¿Cómo si vale la
pena?
Vale la pena haber
estudiado.
¿Cómo vale la
pena?
Me saco un
10.
¿Valió la pena? No,
valió la dicha.
Vale la pena tener
ese amigo. Si vale la pena no quiero a ese amigo porque me va a dar
penas.
Ignoro de quién es
ese refrán pero desde ya que no lo comparto para nada.
Vale la dicha, vale
la importancia, vale el momento.
Interlocutor: Vale el
esfuerzo.
Johnakan: Entonces, nos
ocupamos de nuestras propias vivencias y dejamos de pensar en vanas
reparaciones: "Él tiene que reparar lo que hizo".
¡Basta! Yo tengo
que reparar mi espíritu y a partir de ahí seré dichoso. A partir de ahí tendré
una vivencia total del plano físico.
Gracias por
escucharme.
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